lunes, 3 de abril de 2017

S. returns


Lo que viene siendo que S. ha vuelto. La S de silencio bibliotecario, de silla bien puesta o de sensible hasta decir basta. La S. bibliotekaria, profesora y la S. mujer. La del moño, la gafapasta. La misma que hoy se estrena en este Diario Bibliotekario con mucha ilusión y mucho más respeto para relatar sus días de convalecencia.

Mientras que para el mundo apenas ha pasado un mes y medio desde que no me paseo por la biblioteca, para mí han sido 49 largos días fuera de mi hábitat natural. Alejada de tejuelos, de préstamos, de estanterías, del(mi) carro, de alumnos, de compañeros… Cierto es que gracias a este Diario Bibliotekario (y al grupo de Whatsapp con E. y con P., todo hay que decirlo) este obligado letargo ha resultado algo más llevadero.

Pero hay ciertas cosas en la vida que no se leen, se viven y se sienten, sin más (y que me perdone el gremio, ¡por favor!). Véase la vida y milagros de nuestros alumnos, los correveidiles del personal o las visitas agradables y, también, las desagradables a nuestra biblioteca. 

Y qué voy a decir de los momentos que más unen a P., E. y S. He echado de menos las reuniones improvisadas, estar en el nacimiento de algunos proyectos, que E. recuerde a P. que nosotras no conocimos la televisión en blanco y negro (trato de ser sutil, lo prometo), incluso que comamos bastoncillos de pan como si no hubiera un mañana. Vamos, que el día a día sin P. y sin E., pues no es lo mismo.

Ha estado bien eso de leer hasta hartarme, de fundirme las dos primeras temporadas de Cómo defender a un asesino en tiempo récord y de olvidarme de ciertas responsabilidades laborales. Pero la vida no se detiene por nada ni por nadie. Y no seré yo quien se pierda todo lo que está por venir. He vuelto y no pienso volver a marcharme.

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